La carne es uno de los productos más consumidos por los argentinos, pero los aumentos que ha registrado año tras año complejizaron el negocio de las carnicerías, sumado a una disminución en la compra por parte de los clientes.
Esta situación se ve reflejada en el último informe de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes de la República Argentina (Ciccra), donde se expuso que el consumo de carne a nivel nacional disminuyó un 8,2% durante los dos primeros meses del 2024, lo que situó al consumo anual en 44,6 kilogramos por persona, la cifra más baja desde 2011.
Canal 8 se puso en contacto con distintas carnicerías de Mar del Plata para comprobar cómo viene la comercialización de carne en Mar del Plata. Hubo respuestas diversas, tanto del lado de las cadenas de carnicerías como de los «comercios de barrio».
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«La carne viene en caída y está aumentando. No hay mucho público y achicaron el día con descuento de la Cuenta DNI a los sábados. Antes, cuando era también los domingos, teníamos la esperanza de laburar para hacer la diferencia en comparación con lo que no se trabaja en la semana. El consumo bajó un montón«, expresó Jonathan, dueño de la carnicería «La Preferida».
El comerciante recalcó que los clientes compran «lo justo y necesario». «Una familia tipo compra medio kilo de carne picada o un churrasco para cada uno. Estoy en el bolsillo del cliente porque te cuentan la situación. Lo más triste es que la gente busca precio y se enfocan en las carnicerías grandes, pero ahí no te venden la misma calidad que nosotros. Después dan vueltas y vuelven a la carnicería de barrio que es la que te vende bueno. Pasa porque el cliente hoy trabaja para comer, no para darse lujos, y confía en el carnicero de barrio», explicó.
Jonathan sostuvo que si aumenta la media res, automáticamente tiene que incrementarse el precio de todos los cortes y «hay que hacer malabares». Aseguró que en los barrios hay mayor demanda de «cortes populares», como la paleta, el rosbif, la cuadrada, la bola de lomo y el bife.
«El asado me queda, ya no se vende para la parrilla. Los domingos la gente no hace asado porque no puede. Si un kilo de carne ronda en los $7.000 y un obrero, un albañil o un pintor que labura día a día y gana $10.000 0 $15.000, ¿va a trabajar solamente para la carne?«, cuestionó.
«Acá hay algo que anda mal. La carnicería de barrio no va más. De última, hagamos competencia los grandes comerciantes con los chicos, todos con el mismo precio, y listo. El monopolio de las carnicerías grandes quiere romper las carnicerías de barrio. Se están ‘matando’ entre ellos porque regalan la carne y ellos también hacen malabares para subsistir», aseguró Jonathan.
En cuanto al aumento del precio de la carne vacuna, contó que en enero comparaba la media res a $390.000 y en marzo se disparó a $430.000. Igualmente, esa suba no la trasladó en su totalidad al consumidor final. «Para el carnicero es cara la carne y para el cliente es barata. No se puede venderla a $8.000 o $9.000″, dijo.
La mirada de una cadena de carnicerías: «La gente viene y consume más»
El razonamiento de Jonathan se condice, en parte, con la declaración de Marcelo, encargado de una sucursal de la cadena «Cárnicos». El carnicero manifestó que no bajaron mucho las ventas en su lugar de trabajo. «La gente viene y consume más. Todos comemos carne todos los días, entonces todos vienen a comprar igual«, declaró.
Marcelo sostuvo que «están vendiendo más que en otros tiempos» y que mantienen los precios desde hace cuatro meses. «Si han subido nuevamente, nosotros tratamos de hacerlo de una manera esporádica para que la gente no lo sienta en su bolsillo», explicó.
Además, también remarcó la venta de la carne de cerdo, con valores un poco más accesibles que la de vaca, y de pollo, aunque en este último caso sí se registró un aumento en las última semanas (unos $2.600 el kilo)
En cuanto al asado, dijo que en su local los clientes siguen eligiéndolo «como siempre». Agregó que la demanda se nota aún más los sábados, cuando rige el descuento para usuarios de Cuenta DNI. «El asado está a $5.000 el kilo, el vacío $6.700 y el matambre $5.500. Es lo que todos vienen a buscar, generalmente», añadió.
«Vienen unos aumentos de servicios terroríficos y no los puedo volcar al precio de la carne porque la gente no la compra»
Por su parte, Gustavo, dueño de las carnicerías «El Mudo», admitió que el consumo e incluso el precio de la carne vacuna disminuyó, y que no puede aumentarlo de forma desmedida porque es contraproducente para su negocio. Además, agregó que en la provincia de Buenos Aires «la venta no se derrumbó gracias a los descuentos con tarjetas que la gente utiliza muchísimo».
«Las carnicerías de barrio que no tienen la posibilidad de trabajar con tarjetas tal vez vieron más disminuidas sus ventas que en una cadena que sí tiene esa chance», dijo.
Gustavo explicó que este año la temporada fue «muy mala» y los comercios «no trabajaron lo que suponían que tenían que trabajar». «La mercadería que uno compra para las fiestas, teóricamente la consume ahí, entre el 20 de diciembre y el 1º de enero. Ese stock se ha terminado de vender a fines de enero o principios de febrero«, manifestó.
«Cuando fue el pico de precios en diciembre, la gente no lo avaló y dijo: ‘Esto no lo pago’. En las fiestas compró otra cosa«, sostuvo.
Gustavo contó que en sus carnicerías, actualmente, tienen precios un 10 o 15% más bajo que a fines de 2023. «En tres meses, con la inflación que ha habido, la carne bajó por falta de consumo«, aseguró.
Por esta razón, analizó: «La carne siempre aumenta por debajo del nivel de inflación. La cadena cárnica, del productor al consumidor, te condiciona el eslabón final. Toda la cadena es perfecta, es sanísimo el mercado de la carne. Cada vez que hay un aumento hay una retracción en el consumo. Es totalmente diferente a otros productos, ya que es un producto perecedero«.
«Ahora vienen unos aumentos terroríficos de luz y servicios y no los puedo volcar al precio de la carne porque la gente no lo compra. Hoy por hoy, sigue siendo de lo más barato que hay en la alimentación, por más que la gente diga que no la pueda adquirir. No aumenta al nivel de inflación», completó.
Gustavo invitó a comparar el costo del kilo de carne con el de otros productos para darse cuenta de que la carne vacuna no está «tan cara». «El kilo de carne vale unos $7.000. El asado a $5.000 es recontra económico hoy, pero no es el más rendidor por el hueso», dijo.
Por lo tanto, se desprende que, según el comportamiento de la oferta, los compradores optarán por gastar más o menos dentro del mercado cárnico de Mar del Plata.
¿Mantener el precio y vender más? ¿Bajarlo y esperar a que la clientela se vuelque otra vez a la carne? ¿O aumentar lo suficiente como para seguir con el negocio y que los compradores no se espanten? Todas las opciones parecen ser válidas en las carnicerías de la ciudad, a la espera de que las variables económicas le den un guiño a los empresarios del sector.
