El primer encuentro entre María Belén Sosa y Alan Lapalma fue virtual. Él cumplía una condena en la Unidad Penal 44 de Batán y le envió una solicitud de amistad al Facebook. Ella estaba internada en el Hospital Interzonal y lo aceptó. El 26 de enero de 2021 comenzaron una relación. Poco más de tres años después, él recibió una pena de prisión perpetua por asesinar al hijo de ella, que lloró desgarrada de dolor durante el juicio.
Las primeras veces que hablaron, Lapalma le contó que estaba preso por robo y ella le dijo que tenía dos hijos: Joel, de 3 años y Aarón, que estaba por cumplir un año. Vivía con los dos nenes en una casa en la calle Canadá al 200.
En febrero, María Belén comenzó a visitar a Alan en la cárcel. Lo hizo todas las veces que pudo hasta que su novio fue liberado en junio.
Balance del fin de semana: el municipio atendió complicaciones por el temporal y diversas infracciones - Entre el jueves y el lunes inclusive, el Cuerpo de Patrulla Municipal (CPM), Tránsito, Prefectura,… Ver nota >
«El siglo XIX argentino», el novedoso libro de descarga gratuita que publicó Eudem - Los doctores en Historia, Alejandro Morea y María Laura Mazzoni, contaron en el programa "El… Ver nota >Lapalma se fue a vivir con su mamá y visitaba a María Belén los fines de semana. Ella contó que la pasaban bien y que no había problemas con sus hijos. Pero todo cambió de un momento a otro.
El 26 de julio, Alan se fue a vivir con Sosa y sus hijos porque su mamá lo había echado de la casa. A las pocas horas, sobrevino la primera escena de celos y una paliza.
En pocos días, los celos y las golpizas formaban parte de la cotidianeidad. Los dos nenes también comenzaron a sufrir la violencia de Lapalma. En su declaración, Sosa dijo que Lapalma se drogaba y la obligaba a que consumiera con él; cuando se negaba le pegaba.
«A Aarón le pegaba más porque él era muy pegado a mi y eso le daba celos«, declaró ante el Tribunal Oral en lo Criminal Nº2.
A ella le tiraba de los pelos, le daba patadas en el estómago y una vez le puso un cuchillo en el cuello. A Aarón le daba patadas y le tapaba la nariz para asfixiarlo. Una vez le tiró con una plancha y le hizo un corte en la cabeza.
Cuando durante el juicio le preguntaron por qué no pidió ayuda, María Belén respondió que Lapalma la había alejado de su familia y que la tenía amenazada. «Si contaba algo dijo que iba a prender fuego la casa de mi familia».
La espiral de violencia creció sin límites y el 17 de septiembre la consecuencia fue inocultable: Lapalma golpeó a Aarón hasta matarlo. La autopsia dijo que le dio la cabeza contra una pared y eso provocó una hemorragia cerebral mortal. Además se pudo inferir que mientras el bebé agonizaba, le dio trompadas en el estómago.
Sosa tuvo que esperar que Lapalma se durmiera para poder pedir ayuda a un tío. Llevó a su hijo al centro de atención primaria del barrio Ameghino. Allí vieron que se trataba de un caso muy grave y fue trasladado al Hospital Materno Infantil, donde finalmente, murió.
Ante lo irreversible de los hechos, Sosa se quebró y narró todo lo ocurrido desde el 26 de julio hasta esa noche. «No puede exigírseles a las mujeres violentadas por sus parejas resistencias heroicas a las agresiones: ellas reaccionan cuándo y cómo pueden», fundamentaron los jueces en su sentencia.
Cuando la policía fue a la casa de Canadá al 200, Lapalma dormía sin sentimiento de culpa alguno. Fue detenido y acusado de homicidio agravado por ensañamiento contra Aarón Bustos Sosa y por lesiones agravadas por el vínculo y por darse en contexto de violencia de género, por las golpizas sistemáticas a su pareja.
Hoy al mediodía fue condenado, por unanimidad, a prisión perpetua.
