miércoles 3 de julio de 2024
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El Obispo Pironio en Mar del Plata: el crimen de María del Carmen “Coca” Maggi y la retirada

El Obispo supo ver que el secuestro y asesinato de la decana de Humanidades fue el ultimátum de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) para que firmara la unificación de universidad católica con la Universidad Provincial sin condiciones y se fuera de la ciudad. En septiembre del 75, el Vaticano lo envió a Roma.

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Desde el púlpito Josefina tenía una vista privilegiada. Por el ala derecha de la Catedral de los Santos Pedro y Cecilia, tomaron posiciones los integrantes de la Concentración Nacional Universitaria y el Comando de Organización (DdO), dos agrupaciones de ultraderecha dentro del Peronismo. Por el otro costado, se acomodaron integrantes de la Juventud Peronista y Montoneros.

Josefina Chino estaba a cargo de las lecturas en la misa de los difuntos del 2 de noviembre de 1974. Desde el altar percibía el clima de tensión y el desastre inminente. Mientras mencionaba a los difuntos, el cura obrero Miguel Beraz, hizo una mención especial por el diputado Ortega Peña que había sido asesinado unos días antes por la Triple A. “También tenemos que orar por el compañero Ortega Peña…”

El grito de Gustavo Demarchi, integrante destacado de la CNU, rompió el clima de contrición.

-Compañeros las pelotas… cura bolche-. Toda el ala derecha abandonó la Catedral en estampida.

Las mellizas Chino -Josefina y Laura- recuerdan que después de ese día apareció unas de las primeras pintadas contra Monseñor Pironio. En la escuela Nueva Pompeya, en Maipú y Olazábal, escribieron “Pironio montonero”.

Josefina y Laura ingresaron en la Universidad Católica en 1969. Por su militancia en la Juventud Católica tuvieron una estrecha relación con el obispo Eduardo Francisco Pironio, quien llegó hacerse cargo de la diócesis de Mar del Plata en 1972.

Más de 50 años después, las mellizas recuerdan que Pironio acompañó desde el primer día el reclamo de los estudiantes de la Universidad Católica. Para finales de 1973, habían logrado convertir “la católica” en la primera universidad privada gratuita del país. Además, los estudiantes -la mayoría con militancia en los sectores revolucionarios del peronismo-, eligieron un nuevo rector, el abogado Hugo Grinberg.

Pironio solventó los primeros meses de la gratuidad con las arcas del obispado, pero sabía que debía lograr la fusión con la Universidad Provincial lo antes posible. Las negociaciones no fueron nada fáciles.

Las autoridades de la Universidad Provincial -vinculadas con los sectores más reaccionarios del peronismo- no veían con buenos ojos que los docentes y no docentes de “la católica” ingresaran en su territorio. Los consideraban “una banda de zurdos”.

LA FUSIÓN DE LAS UNIVERSIDADES

La elegida por Pironio para llevar adelante las negociaciones fue María del Carmen “Coca” Maggi, la decana de Humanidades. No tenía militancia política orgánica y era lo mejor para encarar esa tarea. Con 21 años, Laura Chino era secretaria académica de Humanidades y se hizo cargo de la facultad en reemplazo de “Coca” que estaba avocada de lleno a las negociaciones por la fusión.

Después de la muerte del presidente Perón, la Concentración Nacional Universitaria alcanzó mucho poder y lugares estratégicos dentro de los estamentos del Estado. El enfrentamiento con la tendencia revolucionaria del peronismo era público.

Josefina recuerda que más de una vez sufrieron ataques en la sede de “la católica”: piedrazos y tiros. La Universidad funcionaba en el Pasaje Catedral, una vez la CNU les cerró con cadenas las puertas que daban a la calle Rivadavia para que salieran por San Martín y allí hacerles una emboscada. “Tuvimos que escapar por el obispado sin que nos vieran”, recuerda Josefina.  

En abril de 1975, asumieron nuevas autoridades en la Universidad Provincial. El rector Josué Catuogno nombró a dos conspicuos integrantes de la CNU: Eduardo Cincotta, secretario general y Gustavo Demarchi, coordinador Docente.

Las nuevas autoridades endurecieron las negociaciones y en más de una oportunidad amenazaron a Pironio a través de “Coca” Maggi. Terminar con “la católica”, era terminar con los “zurdos” en la Universidad.

EL SECUESTRO DE “COCA” MAGGI

El 9 de mayo de 1975 a las nueve de la noche, Laura tenía que encontrase con “Coca” en la esquina de Libertad y Jujuy. La Universidad ya no era un lugar seguro para la decana de Humanidades.

“Yo estaba con un compañero de militancia, “El Armenio” Abachian. Esperamos un rato, pero Coca no aparecía entonces nos fuimos. Más tarde llamó a mi casa y me dijo que no había podido ir, que se le había hecho tarde. Para mi ya sabía que la estaban siguiendo”, rememora Laura.

Esa fue la última vez que Laura habló con “Coca” Maggi. La madrugada del 10 de mayo, una patota de la CNU entró a la casa y se la llevó en camisón y sin los remedios de la diabetes. Su papá recorrió todas las comisarías, pero nadie sabía nada.

Para la CNU, Maggi era la representación de Pironio y el cura, a su vez, era el principal escollo para lograr la fusión de las universidades sin condiciones.

Con el secuestro de “Coca” se produjo una desbandada de estudiantes de la universidad. Todos veían que peligraba su seguridad y emigraron. Laura y Josefina acomodaron como pudieron sus cuestiones laborales y se instalaron en Buenos Aires.

Las dos coinciden que el secuestro de Coca tuvo el objetivo de presionar a Pironio. El obispo pensó que, si cedía a la presión de la CNU, Coca iba aparecer viva. En septiembre del 75, quedó oficializada la nacionalización de la Universidad de Mar del Plata tras la fusión de la Provincial y la católica. Casi al mismo tiempo, Pironio emprendía la retirada. La Iglesia lo envió a Roma para salvarle la vida.

El 23 de marzo de 1976, un pescador encontró el cuerpo de María del Carmen Maggi semienterrado en una Playa de Mar Chiquita.  

En 1992, Laura volvió a ver a Pironio. El cura acudió a una misa en su honor en la Iglesia San Ponciano de La Plata. Se cumplían 50 años de su primera homilía.

Josefina intercambió cartas entre Buenos Aires y Roma, pero nunca volvió a ver a Pironio. Acudió a la Catedral de Buenos Aires en 1998 cuando repatriaron el cuerpo del Cardenal. Sus restos descansan en la Basílica de Luján.

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