Por Claudia Ethel Pekar -abogada- IG: @pekarclaudia
A propósito del Inadi… Hoy, desde hace 10 años, se celebra en todo el mundo el derecho a vivir una vida plena y productiva con dignidad, a partir de la iniciativa de ONU Sida, el programa de Naciones Unidos enfocado en superar la epidemia de sida. El lema para este año es “para proteger la salud de cada persona hay que proteger sus derechos”.
Originalmente referido a la salud, su objetivo actual se orienta a crear un movimiento mundial de solidaridad para poner fin a todo tipo de discriminación.
Pero, ¿en qué consiste la discriminación? En nuestra Ley Nacional 23592, que regula los actos discriminatorios, se la define como el impedimento o restricción arbitraria del pleno ejercicio de los derechos y garantías fundamentales que, basados en la igualdad, reconoce la Constitución Nacional.
Sin embargo, variables como la clase social, raza, etnia, religión, discapacidad, género, identidad de género, orientación sexual trazan líneas que posicionan a distintos colectivos de uno u otro lado del goce de sus derechos. En eso consiste la verdadera igualdad, en la garantía del acceso a una ciudadanía plena, al trato digno y respetuoso en el marco de los derechos humanos.
El estado argentino sostuvo las últimas tres décadas un fuerte compromiso con las políticas antidiscriminatorias. La creación del Instituto Nacional contra la Discriminación, Xenofobia y Racismo (Inadi) -el primero a nivel planetario en atender cuestiones de estas características-, es una clara expresión de ello. Desde 1995 este emblemático organismo se encargó de hacer cumplir la citada Ley 23.592, promoviendo políticas públicas y cambios culturales para combatir la discriminación en nuestro país, recibiendo miles de denuncias cada año y brindando asesoramiento a las víctimas.
El gobierno nacional anunció su cierre la semana pasada y, por lo informado, su función recaerá en el Ministerio de Justicia. Se verá luego de qué manera eso impacta en el devenir de esta política pública.
Esta fecha nos convoca entonces a reflexionar sobre la importancia fundamental de desterrar la discriminación y el rol que, hoy más que nunca, nos corresponde como ciudadanas/os de convertirnos en replicadores de prácticas inclusivas.
La conciencia individual podrá generar conciencia colectiva para seguir avanzando hacia una sociedad más justa, en la que la igualdad legal sea también real, con verdadero impacto en la vida de todas las personas.
La empatía es clave para eso. Nada menos que ponernos en el lugar de la otra persona y pensar que debe poder acceder a nuestros mismos derechos, a pesar de las diferencias. Parece ser éste el único camino para enfrentar la desigualdad y la discriminación, recordando que el problema no es ser diferente sino ser tratado diferente.
