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Un partido contra la tripulación galesa y los dos KO de ‘Tarucho’ en una noche: recuerdos del socio más antiguo del Decano

Conocer el club en la segunda década del siglo XIX de la mano de su padre, ser presidente de la institución y vivir por y para el Club Mar del Plata: Pablo Sirochinsky y mil anécdotas en torno a la ciudad.

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“Apasionado del fútbol nunca fui, fui apasionado del Atlético“: palabras de un hincha fiel a sus colores. En Mar del Plata hay cientos de historias que rodean a los clubes de la liga local, y miles que giran en torno a quienes hacen que cada equipo sea especial: los fanáticos.

Con raíz en los 150 años de Mar del Plata, Mi8 puso primera en el tópico deportivo y se entrevistó con el socio más antiguo de un club afiliado a la Liga Marplatense de Fútbol para conocer cómo surgió el amor más inquebrantable. Se trata de Pablo Sirochinsky, fanático del Club Atlético Mar del Plata.

En la oficina presidencial de la sede del Decano, ubicada en Rivadavia entre Salta y Jujuy, Pablo se acomodó en una de las sillas con las vitrinas detrás como quien está en el patio de su casa. Eso representa para él el club: su segunda casa.

Todo tiene un comienzo y un porqué

80 años de vida, “80 años siendo del Atlético“. Ser hincha como modus vivendi, así toma Pablo su día a día desde que “tiene consciencia“. “Soy fanático desde la cuna, viví todos los momentos“, señaló al respecto de su trayectoria al lado del Club Mar del Plata.

Tras ser consultado sobre el momento que lo marcó como fiel seguidor del Atlético, Pablo, memorioso, contestó: “Mi primer recuerdo fue cuando tendría alrededor de 7 u 8 años, y uno de los sábados -porque en aquel entonces estábamos en Primera B y jugábamos los sábados- fuimos a la cancha con mi padre, y me asustó un poco la multitud, los gritos. Claro, era la primera vez que iba a una cancha de fútbol“.

“Lo veo a mi tío, que era del Atlético como toda la familia y le digo ‘tío, ¿qué está pasando?’ Nada, son hinchas, vos también tenés que gritar, ¡gritá lo que quieras!’ Ahí empezó todo. Sábados y domingos de cancha todos los fines de semana. A medida que iba creciendo la familia se iban incorporando a la tropa, ja“, continuó.

“Nosotros veníamos todos los días al club después de almorzar, desde los 12 hasta los 15/16 años. Nos encontrábamos a jugar el picadito de fútbol en el primer piso. Yo, diestro. Jugábamos de lunes a viernes. Los sábados y domingos, cuando podíamos, jugábamos en las canchas más grandes. Esa fue toda nuestra adolescencia“, agregó sobre los inicios como blanquinegro.

Actualmente no voy al club, tuve dos ACV el año pasado. Quiero llegar a los 150 años. Me faltan 70, je

Pablo Sirochinsky en diálogo con Mi8.

Una vida de anécdotas y un hecho para la historia

Además de ser un fanático de Mar del Plata, Sirochinsky realizó el libro de los 100 años del club junto al periodista Francisco Giovanoni; fue presidente de la institución entre el 2001 y el 2005, y reveló un hito deportivo de la ciudad. Se trata del primer partido internacional que se jugó en Mar del Plata, protagonizado por el Atlético, a mediados de la década de los ’20.

“Surgió de la visita del Príncipe de Gales, Eduardo de Windsor, en 1925. Llegó a Buenos Aires en un barco inglés, lo recibió Marcelo Torcuato de Alvear -Presidente de la Nación-, y José Alfredo Martínez de Hoz lo invitó a quedarse algunos días en su estancia en Chapadmalal. Mientras el Príncipe viajaba en el tren a Mar del Plata, el barco llamado Repulse venía navegando hacia la ciudad. Paró en la escollera norte, todas las lanchas de los pescadores y veleros fueron haciendo sonar sus sirenas para darle la bienvenida a la tripulación extranjera, lo que provocó que el capitán se sienta casi obligado a hacer algo por Mar del Plata“, recordó Pablo.

“Entonces, luego de su llegada, desafió a la ciudad a que junten un equipo de fútbol para jugar un ‘picadito’. El Atlético puso primera y se plantó para jugar, se reunió la comisión directiva y le pidió a la Asociación Marplatense de Fútbol -de reciente creación- que los deje jugar en la cancha de la Plaza España. Accedieron y el partido se desarrolló: ganó el Atlético por 2 a 1 y se consagró campeón de la Copa Repulse“, recordó sobre el primer encuentro de índole internacional disputado en La Feliz.

En la década del 50 y 60 iba todos los fines de semana a la cancha a seguir al Atlético

La Copa Repulse, disputada en agosto de 1925.

Presidente a los 16 años y alzando la bandera de su club

Para Pablo, formar parte del Club Atlético Mar del Plata no era tan sólo un pasatiempo. Ver, aportar y ayudar al crecimiento del club era un objetivo. Tal fue así que el joven Sirochinsky tuvo semejante implicancia, también, con la pelota naranja: “Conformamos la primera Subcomisión de Basquet, que tuve el honor de presidir con tan sólo 16 años. Ahí se empezaron a sumar las categorías: juveniles, cadetes, cadetes mayores, segunda y primera. El gran paso fue cuando el director técnico me dijo ‘Pablo, quédese porque va como suplente de la segunda’. ¡Para mí ya era un montón!“.

“Hubo un capitán de navío que venía a enseñar esgrima y yo practiqué con él. Participamos de torneos durante dos años, y yo representé al Atlético como esgrimista. Manejaba florete -el arma básica del deporte- únicamente, je“, agregó en relación a su pasión por llevar los colores del Atlético a sea la disciplina que sea.

El Atlético tuvo mucha implicancia cultural. Desde el día 1 me cobijaron como mi segundo hogar

Victoria de ‘Tarucho’ Savastano en Mar del Plata, 1930. Foto: Rafael Savastano (nieto)

Por otra parte, Pablo contó que la sede actual no fue la primera, sino que en donde está ubicado el Centro Cultural de General Pueyrredon, de Catamarca y 25 de Mayo. “El Atlético había comprado los terrenos e hizo el primer ring de boxeo“.

Según contó, en esa época, entre 1915 y 1920, había mucha gente interesada en esa disciplina entre los primeros socios del club. Rafael ‘Tarucho’ Savastano, reconocido boxeador marplatense, fue uno de los primeros socios. Venía de ser campeón de boxeo en Buenos Aires y arribó a la ciudad a pelear, desafiado por un peleador de aquel entonces. “En el primer round, lo durmió. La gente se enojó porque había pagado para la primera pelea y duró sólo un asalto. Luego saltó una persona del público, lo volvió a desafiar, y ‘Tarucho’ ni se mosqueó: Lo dejó KO también, 2×1“, describió sobre los orígenes del box en Mar del Plata.

Un centenar de cambios y un deber político con el Atlético

Los tiempos corren y más aun para Pablo. Con sus 80 años, presenció la transición de un club que compró los terrenos para tener su sede en una metropoli que no estaba 100% conformada, a una institución afianzada, rodeada de otros clubes que no paran de evolucionar a la par de la actualidad.

Sin embargo, la nostalgia no dejó de invadir a Sirochinsky, que reconoció las modificaciones pero rememoró gloriosos tiempos pasados en su segunda casa: “La ciudad creció y cambió. Los chicos y los adolescentes cambiaron, y entre todo eso nosotros, los más grandes, tuvimos que ir adaptándonos a las nuevas eras. En la década del ’60 nosotros nos reuníamos los domingos, yo con 18 años, y hacíamos la ‘matinée danzante’, de 19 a 0. Invitábamos amigos que supieran cantar, actuar y bailar, y formábamos un conjunto de jazz. Toda la gente joven que sabía hacer algo, tenían pista libre para demostrarlo de 23 a 00, ja“.

Ante la consulta de qué significa el club Mar del Plata para él, el socio de los 80 años relacionó la implicancia política que tuvo con el conjunto blanquinegro: “Para mí hoy es haber podido cumplir una deuda con el club. Porque yo en el año 1978 asumí como secretario del Atlético, y en simultáneo empecé a trabajar en la política. En 1983 me surgió una posibilidad cierta de llegar a ocupar un cargo de concejal, por lo que hablé con don Manuel Beramendi, presidente de aquel entonces de la institución, y le dije que iba a renunciar a la secretaría. Costó, pero lo entendió“.

“Fui concejal 4 años, diputado de la Provincia de Buenos Aires 4 años y después otra vez concejal 4 años. Cuando ‘colgué los botines’ en la política, volví a trabajar en el club, vine a ver a Beramendi y le dije: ‘Vine a saldar una deuda’. Salí vicepresidente primero, y luego de dos años fui presidente entre el 2001 y el 2005. Tuvimos grandes recuerdos en diferentes disciplinas, y diferentes formas de recaudar dinero para participar de torneos. Amasar pasta los sábados, por ejemplo“, concluyó.

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