La crecida inflacionaria del último mes, que superó el 25%, impactó directamente sobre los productos alimenticios, que sufrieron remarcaciones todos los días en almacenes y supermercados y llevaron a la caída del consumo.
Lo mismo pasó en las dietéticas con los productos específicos para personas con celiaquía, que necesitan acceder a artículos libres de gluten. Estos alimentos se ubicaron siempre por encima de los «tradicionales», pero los últimos aumentos terminaron de remarcar la diferencia de precio entre los productos para personas con distintas patologías, como la celiaquía, la hipertensión o la diabetes, y los «comunes».
«En las ultimas semanas tuvimos una suba de entre un 15 y un 30%, tanto en productos aptos para celíacos como en los tradicionales», explicó la encargada de una dietética de la ciudad a Canal 8.
En el lugar, las diferencias de precio están a la vista: mientras que un paquete de harina de trigo cuesta $600, uno de harina de arroz vale $1.200. Las premezclas, por ejemplo, para preparar tortas o panes aptos, se elevan hasta los $2.600, mientras que una tradicional vale al rededor de $800.
«Lo que más le cuesta al celíaco es acceder a panificados, que hoy superan por más del doble el precio de los panes de harina de trigo«, explicó la trabajadora en la recorrida de este medio por su local para elaborar un «índice celíaco» que pueda evidenciar estas diferencias.
Mientras que un pan lactal de una marca local vale $1.900, uno sin gluten -más pequeño-, sale $4.300. Un budín de primera marca, por su parte, cuesta $1.500 en su versión «común de supermercado», mientras que uno Sin TACC llega a los $3.200. En tanto, para diabéticos, el precio alcanza los $3.600.
Siguiendo con la línea de productos tradicionales para los desayunos y meriendas de los argentinos, no puede faltar el dulce de leche para las tostadas. Uno «común» ronda los $2.000, mientras que uno apto se ubica entre los $4.000 y $5.000.
«Hay una desventaja entre las personas con celiaquía, diabetes, hipertensión o intolerancia a la lactosa frente a las personas que pueden consumir cualquier tipo de producto. Hay menos cantidad de marcas y todo es más caro«, resumió la empleada.
