Dos ejemplares de ballenas jorobadas fueron hallados muertos durante esta semana en la costa del partido de Pinamar. Según manifestaron especialistas, el aumento de los varamientos de esta especie se debe a un incremento de su población.
Frente a los avisos de los vecinos que se encontraron con los cuerpos en la playa, la doctora Carolina De León y las licenciadas Antonella Padula, Agustina Macchi y Candela Macagno, integrantes del Grupo de Investigación Biología, Ecología y Conservación de Mamíferos Marinos (IIMyC – Universidad de Mar del Plata – CONICET), asistieron al lugar este jueves para comprobar el estado de ambos animales, corroborar cuales eran las especies de ballenas y realizar la toma de medidas corporales, ficha fotográfica y una serie de muestras de tejidos para análisis genéticos y toxicológicos.
El primer episodio ocurrió este lunes 27 de mayo en la zona norte de Pinamar, cuando un grupo de vecinos encontraron el cuerpo sin vida de una ballena jorobada juvenil (Megaptera novaeangliae). Su sexo no se pudo determinar por la posición en la que se la encontró. Medía 6,70 metros.
Esta especie es un cetáceo perteneciente a la familia de los Rorcuales (familia Balaenopteridae), la cual es fácilmente distinguible por sus largas aletas pectorales, característica de la cual deriva su nombre científico: del griego «mega» (grande) y «pteron» (ala o aleta).
El cuerpo se encontraba en un estado de descomposición moderada y aún mantenía la coloración característica de la especie. Presentaba marcas post-mortem de predadores (muy probablemente aves del lugar) tanto en la zona dorsal como ventral.
Además, no presentaba ningún signo o marca que hiciera presuponer una colisión con alguna embarcación o alguna interacción con sogas o cabos.
El segundo ejemplar era una hembra juvenil de la misma especie, pero de 8,20 metros de longitud total. El cuerpo se encontraba en Valeria del Mar, en un estado de descomposición leve, y también mantenía la coloración característica de la especie, lo que permitió una clara identificación.
No presentaba marcas post-mortem de predadores debido a que el varamiento había sido reciente, ni tampoco signos o marcas que hicieran presuponer un impacto con alguna embarcación o roce con sogas o cabos. Presentaba piojos en sus pliegues (característicos de la especie), los cuales se encontraban vivos y fueron extraídos para futuros análisis.
Las ballenas jorobadas están internacionalmente protegidas de la caza comercial desde la década de 1960, luego de una masiva explotación en las décadas del ’20 y ’30. En los últimos años, la Comisión Ballenera Internacional ha confirmado una fuerte recuperación poblacional de esta especie de ballena, con tasas de recuperación que superaron el 10% anual en Australia, Sudáfrica y Sudamérica.
Su abundancia en el Hemisferio Sur podría superar los 60.000 animales, número que supera a los «stocks» del Hemisferio Norte: en el Atlántico hay 12.000 y en el Pacífico 17.000, aproximadamente.
Los especialistas sostienen que es probable que debido a este crecimiento poblacional las ballenas jorobadas se encuentren más frecuentemente en el Mar Argentino, como lo confirman un aumento de los varamientos de esta especie y de los avistajes de estas ballenas en algunas regiones patagónicas.
«Quisiéramos expresar nuestro agradecimiento a las personas de la Fundación Ecológica Pinamar que inmediatamente comunicaron la presencia del ejemplar en Valeria del Mar, como así también a Alejandro (Guardaparque del Ministerio de Ambiente) por trasladarnos hacia la Frontera de Pinamar a ver al primer ejemplar varado, pues sin su ayuda no hubiésemos podido llegar al lugar», expresaron las investigadoras.
